DOMINGO XXV TPO ORDINARIO: NO SE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES
Hacer a Dios Señor de nuestra vida es asumir que cualquier cosa que no sea Dios nos llevará a una felicidad falsa, pasajera, corta, que no alcanza a satisfacer nuestra necesidad honda de felicidad, porque sólo Dios y su amor son capaces de colmar nuestro corazón y su sed de gozo y plenitud.
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