VIII Estación

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lc 23, 27-28: Eran muchos los que seguían a Jesús. Una turba del pueblo y un grupo de mujeres que si golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús, se volvió hacia ellas y les dijo: «Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos».

– Las mujeres lloran por Jesús. Pero la Cosa Amada nos explica ese Jesús sufriente es también la Iglesia:

“Sepas este misterio: el cuerpo de Jesús mi Hijo, su humanidad, mi Hijo como hombre, es el tipo perfecto de su cuerpo moral que es la Iglesia. Para las mujeres como para los hombres, la Iglesia es la cosa amada; y en mi Hijo, mirado como hombre y en individuo, tienen un modelo, una imagen viva del cuerpo de la Iglesia”. (MR 13, 737)

Silencio Meditativo

¿Es la Iglesia mi cosa amada? ¿Cómo es la pasión que siento por ella?

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