VII Estación

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

1 Pe 1,14-16.18-19.22b-23.25: Como hijos obedientes, no vivan más como en el tiempo anterior, cuando todavía ignoraban y se guiaban por sus pasiones.  El que los llamó a ustedes, es santo; y también ustedes han de ser santos en toda su conducta, según dice la Escritura: Ustedes serán santos porque yo lo soy.

No olviden que han sido liberados de la vida inútil que llevaban antes, imitando a sus padres, no mediante un rescate material de oro y plata, sino con la sangre preciosa del Cordero sin mancha ni defecto.  Aménse unos a otros de todo corazón, ya que nacieron a otra vida que no viene de hombres mortales: ustedes ahora viven por la palabra eterna del Dios que vive y permanece.  Esta es la Buena Nueva, que llegó a ustedes

– A pesar del peso de la cruz, Jesús nos ama y sigue adelante. A pesar de las caidas de la humanidad y la Iglesia, nosotros seguimos amandola con pasión:

“Jesús mío, he ido a vuestro Padre y a mi Padre; me ha mostrado su Hija unigénita y me ha dicho: «Mi Hija muy amada es tu Hija». Puesto que en su eterna sabiduría así lo ha dispuesto, yo me rindo y me sujeto… Yo muero de amor por ella; Vos lo sabéis, la llamo, la busco, la veo, pero muy en obscuras. Estoy a su servicio; Señor Dios mío, mandadme, reveladme lo que queréis que haga para agradarla y complacerla. Vos sabéis que sobre el altar de la cruz tengo por ella sacrificada mi vida, mi reposo y todo cuanto tengo de más caro…” (MR 5, 729)

Silencio Meditativo

¿En que actos he logrado agradar y complacer a la Iglesia?

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