Mientras más vivimos vemos como en nuestras relaciones muchas veces es una realidad lo que dice hoy el libro de la Sabiduría (2, 12. 17-20): “Los malvados dijeron entre sí: tendamos una trampa al justo, porque nos molesta y se opone a lo que hacemos”

El solo testimonio de una “persona justa” basta para incomodar no sólo a otras personas sino también a sistemas, a estilos, a estructuras que han adoptado unos determinados valores y modos. La persona de bien, honesta, veraz, que mantiene su palabra, que es fiel y confiable en las relaciones, solidaria y compasiva, no necesita decir mucho para llamar la atención, su sola vida basta; el ver cómo actúa y vive ¡es ya una predicación de lujo! Su vida canta un estilo, unos valores, una opción, un camino, un horizonte: el amor, el bien, Dios…

Se trata de hombres y mujeres que han aprendido a vivir su existencia desde la sabiduría de Dios, por eso, como dice la segunda lectura (Sant 3, 16–4, 3) llegan a ser personas amantes de la paz, comprensivas, dóciles, llenas de misericordia y buenos frutos, imparciales y sinceras; personas pacíficas que siembran la paz y cosechan frutos de justicia.

Y esto molesta a muchos, especialmente a quienes “se dejan guiar por las malas pasiones, que siempre están en guerra dentro de ustedes”. Se trata de aquellas personas que quieren vivir sus vidas centradas en ellas mismas, en sus intereses y beneficios, su tiempo, sus cosas, y todos los otros “sus” que amarran y encadenan lo mejor de ellas mismas.

Sí, las personas justas molestan porque permanentemente están recordando que hay otra manera “más humana”, “más cristiana” de vivir esta vida. Y a las personas molestas las eliminamos con la crítica, la descalificación, la segregación, el rechazo, la indiferencia y muchas veces con la mentira y la calumnia. Y, de paso, a veces también nos burlamos diciendo… “déjala que predique en el desierto no más, nosotros, a lo nuestro”.

Quienes así actúan ni siquiera sospechan que vivir desde esa coherencia y esa libertad no es algo fácil, que se necesita de la ayuda y la defensa de Dios, que requiere un total abandono en la fidelidad de Dios, porque la bondad y la justicia no son para ellas “un evento” en la vida sino un estilo que perdura, que se va desarrollando y madurando. Esta consistencia, esta solidez humana y espiritual se va construyendo en el día a día, en el instante a instante, en cada decisión y posición que vamos tomando frente a los acontecimientos cotidianos…

No es en los sueños, actitudes u opciones de mañana, que se juega la vida sino en este preciso instante, en esta concreta actual situación; es ahora cuando puedo elegir luz y no sombras, verdad y no mentira, paciencia y no violencia, comprensión y no juicio, perdón y no revancha…Ahora, no mañana ni más tarde…

Que hoy, desde el corazón podamos decir: en el ahora de este momento, de este domingo, yo elijo guiar mi vida por la sabiduría de Dios, que es la sabiduría del amor, de la paz, de la bondad, de la hermandad. 

CARMELITA MISIONERA TERESIANA – AMÉRICA

 

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