DÍA 1º DE LA NOVENA

“¡Gloria –decían– a la que batalla y vence! ¡Gloria a la más pura de las vírgenes y a la más bella de entre las hermosas!». Al despertar me sentí revestido de valor y de fuerza, porque la que me llamó era la valiente Judit. Todos los ejércitos del cielo estaban con esta invicta Guerrera y los grandes príncipes del reino de Dios la hacían corte. Al sentir su presencia, renové al momento mis votos de amor, fidelidad y lealtad con ella, y los recibió.”

MR 10, 9

_Judit es una mujer joven, hermosa, aunque ya experimentada en la vida. Viuda, sin hijos, lo que por aquel entonces significaba suma pobreza. Pero Judit sabe manejarse en la vida. Ella misma gobierna en su casa, y lo hace además de manera que suscita respeto y admiración de todo el pueblo. Es una mujer independiente, que decide ofrecer su vida completamente a Dios por medio de ayunos, penitencias, y una obra tan maravillosa que le mereció un lugar entre los más importantes personajes de la Biblia. Porque Judit es una mujer que conoce el corazón de Dios.

_Cuando el pueblo pierde toda esperanza de salvación y empieza a tentar a Dios exigiéndole una actuación milagrosa a su favor, Judit tiene valentía de reprochárselo a los jefes del pueblo y de echarles en cara su poca fe. Ella defiende la libertad de Dios y su derecho de actuar según su parecer. Para algo es Él el Dios. Si a Dios le apetece salvar al pueblo, lo hará cuándo y cómo él quiera, y si no, pues somos su propiedad para que haga con nosotros lo que le plazca. Pero no nos toca a nosotros ponerle condiciones. Lo que nos toca es hacer lo que está de nuestra mano, dentro de la Ley de Dios, para demostrarle nuetra fe.

_Y Judit se pone ella misma en peligro para salvar a su pueblo. Porque sabe el dolor que sufre una mujer por perder a su marido, y no quiere que ninguna otra lo sufra a causa de una estúpida guerra. Porque sabe cómo es no tener hijos y no quiere que ni uno pequeño perezca de la mano del enemigo. Porque sabe que Dios cuida de su pueblo y no deja solos a los que actúan guiados por su Espíritu. 

_El Libro de Judit en sus primeros 7 capítulos nos muestra el mundo sin mujeres. Nos muestra un mundo dominado por ambición de los hombres que quieren ser tratados como Dios, y en su egoísmo son capaces de destrozar pueblos enteros. Esa imagen también nos muestra a una Iglesia en la que la mujer no tiene importancia, dominada por hombres. El cambio que hace Judit, quitándose sus vestiduras de viuda, puede ser leído como una llamada a la mujer a levantarse de su esclavitud, a despojarse de su humiliación. Ella sabe guardar esperanza en contra de toda esperanza porque confía en el poder más grande que el humano, que el suyo propio. Y esa confianza le da fuerza y valentía para oponerse no sólo a los jefes de su pueblo, sino también a los poderes más grandes de este mundo.


Para Francisco Palau, Judit representa a la Iglesia joven, llena de dinamismo, capaz de transmitir esperanza y de luchar contra el mal que rodea al pueblo con todos los medios que tiene a su disposición, su propia belleza incluida. Es la Iglesia que infunde fe y confianza en las más difíciles situaciones de la vida. Ella despierta coraje en los corazones de los fieles (como lo hizo con propio Palau para que luchara contra los demonios); ella renueva la esperanza y trae salvación al mundo entero; ella alienta a sus hijos en acciones concretas y valientes en favor de los más desfavorecidos en contra de todas las fuerzas del mal dentro y fuera de la Iglesia.

Intercesión

Esa imagen sigue más que actual en nuestros tiempos, oremos juntas y juntos:

  • Necesitamos de esta actitud de Judit para estar atentas a los planes de Dios, a la libertad de Dios, sin demandarle actuaciones.
  • Necesitamos su coraje para echar en cara a los que pretenden arreglar el mundo “a su manera” que pertenecemos a Dios, no a la lógica del mundo.
  • Necesitamos su fe inquebrantable ante las dificultades para infundir esperanza en los decaídos.
  • Necesitamos su audacia para hacer cosas locas y arriesgadas que puedan traer salvación, sin más garantía que nuestro conocimiento del corazón de Dios. En eso se mostrará nuestra juventud y nuestra belleza, la juventud y la belleza de la Iglesia.

Terminemos esta reflexión escuchando y haciendo nuestras las palabras que Judit dirije a Dios en el momento de suma ansiedad y miedo (con suave música de fondo).

“Oh Dios mío, ¡eschúchame! Tú que hiciste las cosas pasadas, las de ahora y las venideras, que has pensado el presente y el futuro; y sólo sucede lo que tú dispones, y tus designios se presentan y te dicen: ‘¡Aquí estamos!’ Pues todos tus caminos están ya preparados, y tus juicios previstos de antemano. Mira, pues, a nuestros enemigos (…), mira su altivez, desata tu ira sobre sus cabezas; da a mi mano fuerza para lo que he proyectado (…), abate su soberbia por mano de mujer. No está en el número tu fuerza, ni tu poder en los valientes, sino que eres el Dios de los humildes, el defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de los desesperados (…) Haz reconocer a naciones y tribus que tú eres Yahvé, Dios de toda fuerza y poder, y que no hay protector fuera de ti para la estirpe de Israel.” (Jdt 9,4-7.9.10b-11.14)

(Canto a elección)

Pidamos la gracia que deseamos por intercesión del Bto. Francisco Palau.

¡Oh Dios. Padre omnipotente y misericordioso!

Te damos gracias y te bendecimos

porque infundiste en el corazón del Beato Francisco Palau

un amor singular a la Iglesia, cuerpo místico de Cristo,

le descubriste su belleza figurada en María,

y lo iluminaste para servirla con la oración y el apostolado.

Concédenos su pronta canonización en la Iglesia

y ahora la gracia especial que por su intercesión te pedimos.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


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