Cuantos nos congregamos en Tarragona el día 20 de marzo vivimos un momento entrañable con la celebración de la Eucaristía. Como nos recordaba la monición de entrada, “junto al sepulcro del P. Palau, damos gracias a Dios, por su vida, su profetismo y su testimonio de santidad, como hombre enamorado de la Iglesia, por la que vivió y murió apasionadamente. Es el carisma que ha legado a la misma Iglesia y a la Congregación por él fundada para anunciarla en su belleza y servirla en sus miembros más necesitados”.

El arzobispo de Tarragona, Mons. Joan Planellas i Barnosell, presidió esta celebración, acompañado de su secretario particular, el diácono Miguel Marimon i Vall, de fr. Lino, OCD, superior de la comunidad presente en Tarragona y de los presbíteros, Mn. Miquel dels Sans Combalía, capellán de nuestras comunidades de la Casa Madre y Mn. Joan Cañas, párroco de la Parroquia San Pablo y antiguo alumno de nuestro colegio de Tarragona.

La capilla de la casa madre albergó un buen número de hermanas y laicos representativo de las comunidades de España, y de diversas nacionalidades. Se hizo presente hermana Mª José Gay Miguel, animadora general de la Congregación, así como la animadora provincial de Europa, H. Teresa Vives con y sus consejos respectivos en pleno. Se unieron a la fiesta los integrantes de los Equipos de Titularidad de los colegios y de la residencia “Sta. Teresa” de Valls y varios miembros de los grupos MILPA, especialmente el de Tarragona, con la presidenta de la asociación, Mª Teresa Ruiz.

El Cor Jove de la Schola Cantorum dels Amics de la Catedral, dirigido por Ana Mathéu, con su organista Josep-Enric Peris, dio calor musical a la Misa, con la interpretación de un repertorio que ayudó a vivir mejor la celebración. La antigua alumna del colegio, Marta Mathéu, cantó un bellísimo Ave Maria, acompañada por Francesc Arrufat al órgano.

Señalar que los “150 años de encuentros” fueron ofrecidos como una bella historia de amor, simbolizada en el logotipo del centenario, junto con el pan y el vino.

La acción de gracias fue otro momento señalado, en el que toda la asamblea se integró con la maravillosa danza litúrgica que bordaron las hermanas africanas de Paterna, seguidas en el canto por un buen grupo de otras comunidades.

El ágape final constituyó una oportunidad de continuar la fiesta y alegría, iniciada alrededor del altar.

Un día que permanecerá en nuestros corazones, desde la memoria viva del Beato Francisco Palau, carmelita, apóstol, profeta, fundador… Un hombre de fe, luchador en la oscuridad, fecundo en el fracaso, como remarcó Mons. Joan Planellas i Barnosell en su homilía, aquel carmelita descalzo que vivió y se desvivió por la Iglesia.