La gran invitación de hoy es dejar que la sabiduría que da el Espíritu guie y anime nuestra vida, nuestras acciones, la manera en que hacemos familia, comunidad, sociedad, humanidad…Porque sólo Él, el Espíritu nos puede enseñar a vivir la fraternidad, el bien, la búsqueda de lo mejor para todos y cada uno. Es la sabiduría del amor, de ese amor gratuito y engendrador de vida, de ese amor que libera, sostiene, restaura, de ese amor que arriesga, lucha, un amor que busca la justicia, la paz… si lo dejamos.

Permitir que otro guíe, otro dirija, otro enseñe… ¡Es tan difícil a veces para el hombre y la mujer de hoy, incluso los creyentes! Estamos tan imbuidos de autosuficiencia, egocentrismo, ¡autorreferencialidad! Que muchas veces ni a Dios le damos espacio para guiar.  Somos nosotros y nuestro pequeño mundo el espacio donde muchos nos movemos.  Ahí, con mis problemas mis intereses, mis cosas, mis proyectos, mis caminos, mis respuestas…mis muchos “mis”.

Y hoy Jesús nos llama precisamente a lo contrario, a “dejar”, a “dejarnos en sus manos, en sus planes, en sus caminos, en sus tiempos.

“Si alguno quiere seguirme” … debe ponerme en primer lugar. Es así se simple y así de difícil. ¿Qué significa en mi vida, en mi familia, en mi trabajo, en mi vida creyente poner a Dios en el primer lugar? ¿A qué o a quienes les tengo que pedir dejar ese lugar de privilegio en mi corazón para dejarlo a Él tomar ese lugar central? ¿Qué es lo que tengo que dejar partir por el bien de los demás, por más querido que me sea, como hace Pablo con Onésimo?

No, no es fácil seguir a Cristo, menos hoy, en este mundo nuestro que en muchos sentidos ya no quiere escuchar hablar de él. Sin embargo, sí quiere oír hablar del amor. El mundo está hambriento de amor, de un amor sincero, profundo, incondicional, un amor que de sentido a todo lo que vivimos, lo que sufrimos, lo que soñamos. ¡Hay hambre de amor en tantos y tantas ¡, pero no de cualquier amor sino sólo de aquel que es capaz de comprobarles a través de las obras que es genuino, gratuito, sanador, que hay razones para la esperanza, para la autodonación, para buscar el bien, la verdad, la justicia, un amor capaz de llevar luz a las muchas sombras de nuestro mundo actual.

¿El camino?

La sabiduría del Espíritu, de que nos habla la primera lectura: “Sólo con esa sabiduría lograron los hombres enderezar sus caminos y conocer lo que te agrada”. Acoger es Espíritu, es ir a la escuela del amor.

La renuncia, de que nos habla Jesús, o mejor, el hacer opciones concretas por amor… por amor a Él y los prójimos con quienes voy compartiendo vida y camino.

¿Quién conocerá tus designios, si tú no le das la sabiduría,
enviando tu santo espíritu desde lo alto?

Sólo con esa sabiduría
lograron los hombres enderezar sus caminos
y conocer lo que te agrada.
Sólo con esa sabiduría se salvaron, Señor

 

CARMELITA MISIONERA TERESIANA – AMÉRICA

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