III Estación

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

 

Is 50,6-7: He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me jalaban la barba, y no oculté mi rostro ante las injurias y los salivazos. Puse mi cara dura como piedra.

 

– Francisco Palau nos invita, en esta primera caída, la contemplación de Jesús y del peso de su cruz como acto de amor:

“Contemple usted a Jesús cargado con el enorme peso de su cruz, que –añadido a las muchas penas y angustias que por todas partes le rodean– le hace caer en tierra por tres veces. ¡Oh mi Jesús que lleváis sobre vuestros hombros todo el peso de la justicia de vuestro Padre, qué mucho que os oprima una carga tan enorme! «Verdaderamente, Señor, habéis tomado sobre Vos todas nuestras enfermedades y lleváis nuestros dolores»” (Lucha 70, 206)

 

Silencio Meditativo

¿En que momentos veo el reflejo de mis pecados en la cruz de Jesús?

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