El Evangelio de hoy nos narra un día cualquiera de la vida de Jesús, un sábado cualquiera.

  • Por la mañana va a la casa de oración, proclama la palabra, enseña con autoridad y actúa con poder expulsando un espíritu malo.
  • A mediodía: de la casa de oración, de la sinagoga, va la casa de Simón. Allí sana a la enferma y come con los suyos.
  • Al atardecer: se dedica a sanar otros enfermos que vienen a él.
  • De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se fue a un lugar solitario y se puso a orar.

Así serían la mayoría de los días de Jesús. Y en esos días, en cada uno de esos días, hay dos centros: los hombres y mujeres que lo buscan, que lo necesitan y Dios, su Padre.

Jesús, cada uno de los días de su vida, se acerca a las personas, recorre caminos y calles y templos predicándoles el Reino de Dios y sanando a los enfermos.

El sana en todas partes: en la sinagoga, en las casas, en la calle, en el descampado, al aire libre…

Da la salud en todos los momentos: los sábados, al mediodía, al anochecer, de madrugada…

Recupera a todas las personas: al hombre de la sinagoga, a la suegra de Pedro; a la mujer adúltera, al hombre enfermo de lepra, a mucha gente anónima… Cada día hace personas nuevas y libres.

Lo hizo entonces y lo hace ahora, pero… hay que buscarlo, si no lo vemos y hay que acogerlo cuando viene a nosotros… Para que algo ocurra en nuestra vida, tenemos que “encontrarnos” con El.

Pero, además de estar con la gente, cada día se comunica con su Padre a través de la oración: le abre su corazón de par en par, le da gracias por el nuevo día, le pide fuerza para enfrentarse a la vida, sabiduría para hacer su voluntad, amor para perdonar los insultos y persecuciones, compasión y amor por sus hermanos y hermanas necesitados…

Hoy en día, la mayoría de nosotros vamos con el celular en mano, comunicándonos con nuestros padres, amigos, novios… un celular que muestra la necesidad que tenemos de estar conectados.

En el mundo de Jesús, cuyo centro es su Abba, su Padre, el celular es la oración. Por la oración se conecta con su Padre. La oración es la manera de decirle “me importas, te quiero, te escucho, te necesito…”. Y esto vale para hoy. No es por el celular que voy a escuchar a mi Padre, es la oración la que me permite “saberlo”, escucharlo, dialogar con Él.

Si revisáramos el día de ayer… ¿Cuántas veces hablamos por celular? ¿Con cuántas personas nos comunicamos?… Y si lo miramos de nuevo ¿Cuántas veces nos comunicamos con Dios? ¿Cuántas veces le hablé? ¿Cuántas lo escuché llamándome?

Hacia el final del evangelio vemos como Simón y Andrés interrumpen la oración de Jesús y le dicen: ¿qué haces aquí solo?, ¿con quién hablas?, que es algo así como un reproche que dice “¿por qué pierdes el tiempo? «Todos te buscamos».

Qué hermoso sería, si esto fuera verdad: «Todos te buscamos»… Pero… ¿Quién busca a Jesús? ¿Para qué le buscan? ¿Para qué lo buscas tú?

CARMELITA MISIONERA TERESIANA

Descargar aquí: DGO V TO_BUSCAR A JESÚS