NOVENA: PREPARACIÓN A LA FIESTA DEL BEATO FRANCISCO PALAU

Camino hacia la celebración litúrgica de nuestro fundador, te ofrecemos la compañía de algunas de las mujeres bíblicas que asoman en el pensamiento palautiano como figuras de la Iglesia. Que nos veamos reflejadas y reflejados en su experiencia, que nos dejemos cuestionar con sus actitudes, que crezcamos hasta la plenitud de la hermosura infinita. Que esta preparación de nueve días transforme nuestras vidas.

 

Dios a lo largo de los siglos escoge mujeres, fuertes y débiles, grandes y pequeñas, judías y extranjeras, para junto con ellas seguir tejiendo la historia de su salvación. Desde principio la mujer fue la única compañera digna del hombre, la que engendra y sostiene la vida, la que trabaja con el hombre codo a codo en la difícil tarea de transformar el mundo en un hogar, un lugar cada vez más humano. Así fue con Eva, y así fue con cada una de las mujeres que aparecen en las cartas de la Biblia. No es pues de extrañar que cuando Francisco Palau busque el último objeto de su amor, su corazón no descanse hasta que lo encuentre en una mujer, la más bella y más digna de amor: la Iglesia.

Cada una de nosotros somos hombres y mujeres escogidos por Dios para una misión, fuertes y débiles, grandes y pequeños, de tantos países y culturas diferentes, Dios nos llama porque nos necesita para seguir tejiendo la historia de la salvación. En las mujeres bíblicas que aparecen en los escritos de Francisco Palau podemos descubrir la inspiración de vivir nuestra vocación a la altura de la soñada por Dios. No siguiendo las modas del turno, sino escuchando lo que Dios nos quiere decir. Pero hay aun algo más en ello. En las mujeres de la Biblia de las que habla Palau podemos, como él, descubrir la imagen de la Iglesia que estamos llamados a construir entre todos, hombres y mujeres, hoy. A Palau cada una de esas figuras le hablan de algo peculiar que le ayuda a descifrar el misterio eclesial.

Que esos días de preparación para su Fiesta sean también para nosotros un tiempo de acoger y apreciar el valor de lo femenino y una inspiración para poner lo que hay en nosotros, de lo mejor y de lo peor, al servicio de este mundo que sigue aguardando poder dar su fruto.

Judith, Ester, Rebeca, Raquel, Débora, Sara, María y la Mujer del Cordero… Ellas nos van a guiar, acompañar, enseñar sobre quién es la Iglesia y quiénes somos nosotros que, desde nuestro particular llamado, vivimos nuestra consagración en la Iglesia y para la Iglesia. Y ojalá su ejemplo nos empuje también a seguir buscando nuevas imágenes de la Iglesia que le hablen al hombre contemporáneo sobre esas realidades a veces tan difíciles de comprender. Que el misterio de la Iglesia es inagotable, y tampoco Palau pretendió presentar un magisterio definido y cerrado. Él nos dejó en herencia una experiencia muy íntima y personal de la relación con la que él amó sobre todas las cosas. Que su amor y su experiencia de relación de amor y amistad sostenga también nuestras luchas y búsquedas de unas relaciones nuevas capaces de dar sentido a nuestra vida y a la vida de los que con nosotros, codo a codo aunque desde distintos puestos y perspectivas, siguen construyendo la fraternidad universal.

Hay una plegaria que los Judíos rezan la noche del Sabat. Es la bendición que piden para sus hijos. Escúchala sintiéndote bendecida por el mismo Dios de la vida:

Que Dios te haga como Sara, Rebeca, Raquel y Lea.

Que el Santo te bendiga y te guarde.

Que el Santo te ilumine y te tenga misericordia.

Que el Santo se vuelva hacia ti y te conceda la paz. Amén”.

 

ESCUCHAR: Cristobal Fones “Mujeres nuevas”

 


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