Las hermanas Agnes Kavesa, Leonie Uwiragiye, Inmaculada Nzuka, Leoncie Irahoza y Mirriam Wangeci, junionas que estamos haciendo el curso de profundización de nuestra vocación en Butare, Rwanda, acompañadas por nuestra querida hermana Xaverine Nyirabarera, queremos compartir con vosotros, nuestra experiencia y nuestra alegría de poder participar en este tiempo precioso que nos ayuda a crecer aún más en nuestro caminar vocacional.

Comenzamos este caminar juntas presentándonos, para conocernos un poco más y entablar lazos necesarios para realizar este camino.

El precioso mensaje oficial de apertura de nuestra querida Animadora General, Hna. María José Gay Miguel fue una invitación a vivir este tiempo como un laboratorio. Todos sabemos que una vez que fallan los resultados del laboratorio, tratamos la enfermedad que no existe en los pacientes. Por lo tanto, fue una invitación a tomar en serio este tiempo para entrar en él y poder permanecer abiertas al soplo del Espíritu Santo.

Dado que la Iglesia se encuentra en el período del Sínodo, nuestra querida hermana Josephine Shabishimbo nos extendió una invitación, pidiéndonos que dejemos que el Espíritu Santo sea el  protagonista de nuestra profundización.

Entre otras cosas, los temas compartidos nos ayudan a identificar las similitudes entre la experiencia de nuestro padre fundador y la sinodalidad. La Iglesia, según el padre Palau, es una persona que forma un cuerpo compuesto por varios miembros unidos. Basándonos en sus escritos y en nuestras Constituciones, encontramos que el sínodo está en el corazón de nuestro carisma. Nuestra misión está basada en la comunidad. Dejemos que el Espíritu de Dios sea el protagonista de nuestra misión. Meditar en la Palabra de Dios a diario, dejándonos interpelar por ella. Vivir en una oración continua que nos fortalezca, nos haga cada vez más sensibles y nos impulse a responder a las necesidades de los más necesitados.

Además, el proceso vocacional del Padre Palau nos permite revisar cuál ha sido nuestro camino vocacional. La pasión por su amada, la Iglesia, lo impulsó a perseverar en la búsqueda constante con la determinación de comprometerse a servirla.